27/Ene/10 09:10
La fuente es opinión escrita en el periodico El Norte
VISIÓN ECONÓMICA
El juicio del IETU
Salvador Kalifa
27 Ene. 10
El Impuesto Empresarial a Tasa Única (IETU) está en estudio por parte de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. El tema principal es si se apega o no a los principios de nuestra Constitución Política.
Se han presentado argumentos a favor y en contra de esa posición, pero lo peculiar del caso es que las opiniones en apoyo del gravamen sólo vienen de funcionarios públicos o legisladores del partido del Presidente.
Vale la pena, por tanto, insistir desde el punto de vista económico sobre lo nefasto de este impuesto, que se inventó para ahorrarle al Presidente Felipe Calderón el costo político de plantear una buena reforma tributaria, ya que nunca le ha sido 'políticamente viable' proponer la eliminación de tratos preferentes en el Impuesto Sobre la Renta (ISR) y la generalización del Impuesto al Valor Agregado.
Lo preocupante es que todavía en la actualidad, cuando se han hecho evidentes las distorsiones y cargas que ocasiona dicho impuesto sobre el aparato productivo, las autoridades sigan defendiéndolo.
Ellas ven al IETU como impuesto de control y miden sus beneficios exclusivamente en términos de la recaudación, sin consideración alguna sobre sus efectos negativos sobre la operación de las empresas y los daños que les ocasiona en una crisis.
En efecto, el IETU contribuyó a exacerbar la caída de la actividad económica durante 2009 y seguirá complicando la vida de las empresas que perdieron dinero o tienen altos pasivos en el trascurso de este año.
En diversas oportunidades he señalado que el IETU es un mal impuesto que viola los principios económicos básicos de eficiencia y equidad, introduciendo severas distorsiones en la economía. La crisis actual hizo muy evidentes algunas de las más onerosas.
Los impuestos son un mal necesario, por lo que deben diseñarse de manera de dañar lo menos posible la eficiencia económica y respetar el principio de equidad tributaria.
El IETU falla horriblemente en ambos aspectos. En lo que toca a la eficiencia, es un gravamen sumamente oneroso sobre las empresas en épocas de crisis, porque les resta flujo de efectivo en momentos cuando más lo necesitan. Ello distorsiona la asignación eficiente de recursos.
No respeta tampoco el principio de equidad, puesto que se ensaña sobre las empresas que pierden dinero y más aún sobre las que quiebran. Éstas tienen que pagar el IETU sobre los frutos de la liquidación del negocio.
El IETU es, por tanto, un parche más en el complejo y distorsionado sistema fiscal mexicano que resultó muy tóxico para las empresas, lo que en esta crisis y a la larga es contraproducente para el desempeño económico de México.
El fallo de la Suprema Corte, si es favorable a los peticionarios, será sólo efectivo para quienes presentaron el recurso de amparo. Otra peculiaridad de nuestro sistema legal, donde no existe la acción colectiva.
Los contribuyentes pequeños que carecen de los recursos para presentar demandas individuales quedarán totalmente desprotegidos. El sector empresarial necesita, por tanto, presionar y cabildear por la desaparición de tan nefasto gravamen, aún cuando la Corte decida a favor de los demandantes. Más si no lo hace.
No olvidemos, además, que hay un prietito en el argumento del Subsecretario José Antonio Meade de que los 33 países con los que México ha suscrito tratados de doble tributación permiten la acreditación del IETU.
El Gobierno de Estados Unidos no ha dicho la última palabra sobre la acreditación permanente de ese impuesto. El Departamento del Tesoro y el Servicio de Rentas Internas de ese país realizan un estudio del IETU y tomarán su decisión definitiva el año próximo.
Será interesante ver si en vista de su enorme déficit público y lo oneroso que resultará para los ciudadanos estadounidenses, seguirán siendo tan condescendientes con las autoridades mexicanas respecto a ese gravamen, una vez que determinen que sus empresas que laboran en México le restan recursos al acreditar los pagos del ISR y del IETU que hacen en nuestro País.
Es interesante observar, además, que con esa práctica las empresas extranjeras en nuestro País gozan de una ventaja sobre las nacionales.
Me refiero al hecho de que las pérdidas de años anteriores no se pueden acreditar en México contra el IETU, que se paga por el flujo de efectivo, pero las extranjeras si lo pueden hacer en sus países de origen, porque curiosamente nuestras autoridades pidieron a las de esos países que lo equipararán a su ISR, cosa que no se puede hacer aquí, discriminando así contra las empresas nacionales.
En consecuencia, la defensa a ultranza del IETU sólo se explica por la incapacidad del gobierno de hacer una buena reforma tributaria, así como por la desesperación por obtener ingresos para mantener un gasto público altamente improductivo.
El autor es consultor independiente y profesor de cátedra en el ITESM, su correo electrónico es: salvadorkalifa@prodigy.net.mx.
''CANEK DIJO: - CUANDO VINO LA PALABRA, NO VINO SOLA; VINO ACOMPAÑADA DE SU ECO''